Una Oración por la Unidad

El texto original fue publicado en MECC el 12 de enero de 2022. Traducción y publicación por Maronitas.org en colaboración con The Middle East Council of Churches.

Disponible también en árabe y en inglés.

Dr. Michel E. Abs

Secretario General del Consejo de Iglesias de Oriente Medio

La semana del 18 al 25 de enero de cada año es la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Se trata de una tradición que se ha convertido en parte del año cristiano y en la que participa la Iglesia de Cristo de todo el mundo.

La premisa de este asunto es el sentimiento entre los cristianos de que la Iglesia se ha fragmentado al máximo y que sus hijos se han vuelto discordantes y enfrentados, no unidos por la «Palabra» y su mandamiento.

En esta afirmación hay una lectura errónea de las cosas y un planteamiento que hay que corregir.

No hace falta decir que, por el hecho mismo de que la fe cristiana se ha extendido en muchas zonas del mundo, ha sido consecuentemente moldeada por diferentes formas culturales, organizativas e incluso políticas.

Todas y cada una de las entidades que han abrazado la fe cristiana la han revestido de un ropaje cultural, incluso étnico o político, en un intento de «apropiarse» de ella y hacerla parte de su civilización específica.

Así, el cristianismo ha sido imprimido por diversas formas culturales y civiles, y ello hasta tal punto que algunas creencias precristianas se han colado en él a través de las prácticas populares de quienes han abrazado la creencia cristiana. Los estudiantes de antropología encuentran tales diferencias visibles y, sin embargo, a veces ocultas en las creencias y tradiciones de la gente.

Pero lo que hay que mencionar en este contexto es que, a pesar de la propagación universal del cristianismo y de su diversidad, los fundamentos en los que se basaban las prácticas doctrinales cristianas siguen siendo los mismos, y lo que resultaba molesto ha sido descartado del contexto del dogma cristiano.

Sería un error decir que el cristianismo es sólo una réplica de instituciones y prácticas, ya que esto sería ir en contra de una correcta comprensión de sus principios y valores básicos. Porque cuando el Maestro dijo a sus discípulos que fueran a predicar a todas las naciones, sabía con certeza que había «naciones», así como culturas, a las que había que transmitir el mensaje de amor y perdón, en sus propias lenguas nativas, mentalidades, costumbres y tradiciones. El cristianismo no se abstuvo de adoptar diferentes formas y prácticas de acuerdo con las distintas condiciones ambientales.

Lo cierto es que el cristianismo es uno en la diversidad y diverso en la unidad, capaz de transmitir sus valores y tesoros de comportamiento a todas las civilizaciones, dándole cada una de ellas su carácter específico.

En este contexto llega la semana de la oración por la unidad. Los hijos de una misma fe fusionan su diversidad para que el mensaje básico siga siendo el mismo. Incluso la elección de las fechas de inicio y fin de la semana son simbólicas dentro del camino de la difusión de la fe cristiana. El 18 del mes es el día de la declaración de fe de San Pedro, y el 25 del mes es la fecha de la conversión de San Pablo al cristianismo.

En el año actual, 2022, el Oriente Medio, a través de su Consejo de Iglesias, constituye un punto focal en la Semana de la Unidad. Este asunto ha sido explicado y aclarado en diversos artículos e intervenciones, a los que no es posible volver aquí. Además, el tema que se ha elegido para la semana de oración es «Nosotros hemos visto aparecer su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo» (Mateo 2, 2). Esto ha sido claramente expuesto a través de varias intervenciones realizadas, así como a través de varios artículos escritos por mis colegas y por mí mismo, sin que, sin embargo, hayamos dado a tal tema la importancia y la interpretación que merece plenamente.

Durante esta semana, las Iglesias del mundo rezarán al unísono al Señor Encarnado, conjuntamente con las Iglesias del Medio Oriente, afirmando su unidad de creencias, valores y prácticas.

Las iglesias dirán conjuntamente a toda la humanidad que el mensaje del Maestro permanecerá siempre arraigado en sus Mandamientos y que su promesa de lealtad a Él perdurará mientras dure el universo, unidas en su diversidad y diversas en su unidad, irradiando luz y esperanza para un futuro mejor para la humanidad.

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