TICK TOCK
Este artículo está también disponible en árabe y en inglés.
El texto original fue publicado en MECC el 13 de julio de 2021. Traducción y publicación por Maronitas.org en colaboración con The Middle East Council of Churches.
Al acercarse el primer aniversario de la mortífera explosión de Beirut, los países de la UE han celebrado reuniones para debatir la situación libanesa. Al principio, se habló de reunir a un grupo de trabajo de la ONU para llevar a cabo acciones humanitarias en el Líbano. Sin embargo, el plan se desechó y en su lugar se sustituyó por la solución más convencional que Occidente ha venido utilizando en los últimos años: las sanciones.
La evidencia empírica hasta ahora, ha sugerido que dicha táctica tiene pocos beneficios que ofrecer, viendo que los políticos no han alterado sus actuaciones. En cambio, la gente de a pie ha sufrido mientras los corruptos siguen en su sitio. Para tranquilizar su decisión, la UE dijo que las sanciones serían «equilibradas» con respecto a las personas de las diversas divisiones étnicas, confesionales y políticas del Líbano. Sin embargo, cualquier ciudadano libanés de a pie sabe que se necesitará más, especialmente cuando los políticos tienen acceso a armas y fondos procedentes de actividades ilegales.
Hubo un tiempo en que el dicho «la pluma es más poderosa que la espada» podía ser cierto. Pero hoy en día esta afirmación tan ideal está resultando inaplicable si se tienen en cuenta las fuerzas que actúan: esta gente no hace caso de los valores humanitarios internacionales ni les importa lo que les ocurra a los descerebrados que dirigen.
Por ello, una intervención extranjera podría ser una buena solución temporal, para mantener a raya a los corruptos y dar un respiro a la investigación honesta. El juez Tarek Bitar, fiscal encargado del caso de la explosión de Beirut, se ha enfrentado a fuertes críticas por parte de ciertas facciones políticas. Por el momento, esté o no en juego su vida, el juez está cada vez más rodeado de guardaespaldas y de un dispositivo de seguridad para protegerlo en el trabajo y en su domicilio. Sin embargo, lo cierto es que algunos ministros están retrasando la investigación al negarse a levantar el fuero de las personas en cuestión.
Por ejemplo, el 13 de julio estalló una manifestación frente a la residencia del ministro del Interior, Mohamad Fahmy, por rechazar una petición legal para interrogar al jefe de la Seguridad General, el general de división Abbas Ibrahim. Ese día se produjo uno de los enfrentamientos más violentos entre la policía antidisturbios y los manifestantes, que irrumpieron en la casa utilizando ataúdes vacíos y pintura roja. El resultado fue que hubo muchos heridos en ambos bandos así como daños colaterales en ventanas, coches y bienes públicos. Se pegaron carteles de sus familiares muertos en las paredes mientras se utilizaba la pintura roja como símbolo de la sangre derramada.
El próximo domingo, el juez Bitar será apoyado por masas de personas que organizarán una manifestación frente al Ministerio de Justicia. Si se produjera un atentado contra su vida, esto sólo provocaría más ira pública. Entonces, Occidente tendrá que reconsiderar su metodología a la hora de tratar con el Líbano.
¿Podríamos estar al borde de la victoria final? Sí, podemos. Todo lo que se necesita es la voluntad de los ciudadanos y la determinación de Occidente para poner fin al sufrimiento de una vez por todas: es una oportunidad de oro que Francia y el resto de la UE no deberían desperdiciar.
A fin de cuentas, el tiempo corre hacia el 4 de agosto y algo va a suceder. O nos levantamos como una sola nación para luchar EFECTIVAMENTE contra los corruptos, o las cosas pueden tomar otro rumbo. Sin embargo, por mucho tiempo que dediquemos al tema, los relojes siguen avanzando hacia la hora cero. Tick tock, tick tock.
Communication and Public Relations Department