Dignidad Humana: ¡Violaciones y respuesta!
El texto original fue publicado en MECC el 22 de septiembre de 2021. Traducción y publicación por Maronitas.org en colaboración con The Middle East Council of Churches.
Dr. Michel E. Abs
Secretario General del Consejo de Iglesias del Oriente Medio
No es necesario profundizar en las estadísticas sociales para conocer el alcance de las violaciones de la dignidad de las personas en todas las partes del mundo.
Nos basta con conocer el número de detenciones que se producen entre los que se levantan y expresan sus opiniones, así como entre los que exigen sus derechos o los de los demás.
Basta con que exploremos, a través de los medios de comunicación, las zonas de miseria de los países ricos y pobres, además de los cinturones de miseria que siguen caracterizando a las sociedades del mundo moderno.
Pero lo que se oculta es aún mayor.
Si somos capaces de ver la evidente manifestación externa de las violaciones a la dignidad humana, no somos capaces de sondear la profundidad del fenómeno en su fondo oculto.
Un indigente consumido por las penurias y dificultades de la vida olvida que hay un umbral que no debe cruzar y que nadie debe obligarle a cruzar: es el umbral de la frontera entre la humildad, la flexibilidad y la longanimidad, por un lado, y la dignidad humana, por otro lado.
Quien permite que el otro humille su propia dignidad o la exponga a la humillación, se equivoca, al igual que quien cruza sus límites con el otro y expone su dignidad a los prejuicios.
Nadie puede insultar a nadie más que a sí mismo. Sólo se puede insultar a uno mismo.
La cuestión de la dignidad está ligada al honor y a su concepto, y al mismo tiempo al concepto de vergüenza. Quien no sabe lo que es la vergüenza no siente vergüenza, y quien no sabe lo que es el honor no siente vergüenza. Se trata de una vida de humillación.
La vida social en el mundo, especialmente en nuestra región, se ha deteriorado debido a las guerras, los conflictos y los desplazamientos, junto con la corrupción de los responsables de los asuntos públicos. Todo esto ha tenido lugar en una atmósfera de instigación, con incitación, así como con la demonización de otros y el establecimiento de sentimientos de miedo entre grupos.
El nivel de vida en nuestro Levante Antioqueno ha disminuido hasta el punto de que el hombre acepta cualquier cosa a cambio de asegurar las necesidades básicas que son el derecho de todo ser humano en el mundo. La privación se ha extendido tanto en nuestras sociedades que algunos han olvidado que la dignidad equivale a la vida misma y que la vida sin dignidad no tiene sentido. Así es como algunos establecieron una especie de conspiración, para la que reclutaron adeptos y establecieron un pacto con el enemigo, con el fin de someter a la gente, humillarla y matarla de hambre hasta el punto de que olvidara su dignidad. El fin justifica los medios. Es el peor período de la historia para nuestras sociedades.
Además, las crisis de todo tipo han desmantelado aún más el capital social y han trastocado el sistema de valores. Los ideales se perdieron, los conceptos se confundieron y nuestras sociedades entraron en el horno de la disolución como preludio de la aniquilación.
Nosotros, en el Consejo de la Iglesia de Cristo, con lo que representamos y con Aquel a quien representamos, nos negamos a adoptar la posición de espectador neutral ante lo que ocurre en nuestras sociedades. Nos negamos a aceptar que seamos otro demonio necio añadido a los grupos de demonios necios, que ven cómo la sociedad se desintegra y sus estructuras se descomponen mientras nosotros permanecemos en silencio.
Desde su creación, el Consejo de Iglesias del Oriente Medio ha constituido una herramienta de cambio sociocultural debido a los valores de civilización que hemos recogido de la biografía y los sermones del Encarnado que se rebeló contra la aniquilación.
Desde su afirmación de que quien dice a su hermano: "Oh, necio", no entrará en el reino de los cielos, hasta su llamada a todos los que están cansados y agobiados, para que no olviden su justicia, a la mujer acusada de adulterio, el Encarnado fue el primer precursor que defendió la dignidad humana. En otras palabras, su encarnación es en sí misma la protección de la dignidad humana en su sentido más elevado y profundo.
Aquel que fue sometido al ridículo, a la humillación, a la calumnia, a los azotes y a las puñaladas, puso su dignidad divina como sacrificio por la dignidad de la humanidad en la que todos deben nacer libres y dignos, y vivir con libertad y dignidad.
El concepto de dignidad humana, con el Encarnado rebelándose contra la muerte, puede ser difícil de entender a veces para algunos, ya que este tipo de comprensión requiere una profundidad espiritual, una dedicación y una abnegación que sólo pueden comprender aquellos que están firmemente arraigados en la vida del Espíritu y que entienden los mensajes del Maestro.
En el Consejo de Iglesias del Oriente Medio, mientras nos preparamos para lanzar nuestro proyecto centrado en la dignidad humana, hacemos un llamamiento a todos los que se preocupan por la humanización de la humanidad para que se unan a nosotros con el fin de ayudarla a preservar su dignidad inherente, la cumbre de su humanidad, con la esperanza de que tenga un mañana mejor.