¿Qué le has hecho a la Casa de Dios?
El texto original fue publicado en MECC el 1 de septiembre de 2021. Traducción y publicación por Maronitas.org en colaboración con The Middle East Council of Churches.
Dr. Michel E. Abs
Secretario General del Consejo de Iglesias del Oriente Medio
El primero de septiembre es el comienzo del «Tiempo de la Creación», aprobada por el Patriarcado Ecuménico en 1989, y constituye, al mismo tiempo, el inicio del año litúrgico. Durante este tiempo, que se prolonga hasta el 4 de octubre, se realizan oraciones y actividades educativas para sensibilizar y comprometer a la gente con los temas medioambientales.
Al inicio de este bendito tiempo, tenemos derecho a preguntar a la humanidad sobre lo que sus manos han hecho contra el don del Creador, que quiso que fuera un lugar hermoso y saludable en el que la humanidad creciera, generación tras generación, con la perspectiva de una vida mejor.
En este artículo, nos detendremos en algunos conceptos y datos medioambientales que deben ser accesibles al público para comprender mejor la catástrofe medioambiental que ha alcanzado el planeta, nuestro hogar.
La rama de la ciencia que se ocupa de este campo es la Ecología, la ciencia que estudia cómo los seres vivos interactúan entre sí y con su entorno.
Esta ciencia ha identificado un concepto muy importante llamado «Desafío Ambiental».
El Reto Medioambiental está relacionado con las cantidades de residuos naturalmente no degradables producidos por las actividades humanas de todo tipo. Estos residuos son difíciles de digerir y absorber por la naturaleza, y causan diversos daños. Además, estos residuos perturban –hasta el punto de causar daños– el ritmo de los caminos de la naturaleza y los diversos ciclos vitales naturales, así como las relaciones que vinculan a las plantas, los animales y la vida humana.
Por ello, vemos, día tras día, que los sistemas ecológicos del planeta han sido perturbados y están en peligro debido a actividades humanas a corto plazo que tienen repercusiones nocivas a largo plazo. El principal problema es que quienes llevan a cabo estas actividades nocivas son grupos limitados de personas que infligen daños al resto de la humanidad.
Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha sido testigo de muchas formas de contaminación, como los incendios naturales, los volcanes y las tormentas de arena, pero el daño causado por estas formas llamadas naturales era limitado en el tiempo y el espacio.
En cuanto a la contaminación sistemática y nociva en su forma moderna, comenzó con la revolución industrial y el inicio de la era de las máquinas, cuando las fábricas, los trenes y los diversos tipos de máquinas se extendieron por muchas partes del mundo, desplegando la contaminación y los agresores del medio ambiente, ya sea por la combustión incompleta, o por los restos de los procesos de producción, el asalto al medio ambiente se lanzó y ha seguido su curso, generación tras generación, según el desarrollo de las máquinas así como de las técnicas de producción.
La agricultura no estaba en absoluto exenta de la responsabilidad de dañar el medio ambiente. A pesar de que su desarrollo ha propiciado un proceso de aumento de la plantación y el reverdecimiento, el uso de algunos tipos de plaguicidas y fertilizantes ha causado un daño ambiental indiscutible.
Hoy, dos siglos después del inicio de la Revolución Industrial, podemos decir que el medio ambiente sufre una indigestión y ya no es capaz de disolver los tóxicos de todo tipo que se arrojan a sus entrañas.
Lo que agrava las cosas es el constante aumento de la población al que asiste la humanidad, además de las crecientes necesidades de vida y de lujo, hechos que elevan de forma inaudita la cantidad de residuos acumulados.
¿Cuáles son las formas de daño al entorno natural de los seres humanos?
En cuanto al aire, todos conocemos los daños causados a la capa de ozono y el calentamiento global, además de lo que emiten las chimeneas de las fábricas y los escapes de los vehículos cada día en el espacio.
En cuanto al agua, todo el mundo ve en los boletines informativos los desastres de las inundaciones y, al mismo tiempo, los desastres de la sequía en muchas partes del mundo. Miramos con preocupación el futuro del Oriente antioqueno y del Valle del Nilo a la luz de los daños que se les preparan actualmente por la sequía, y que pueden conducir a la pobreza, las guerras y los conflictos armados. Los investigadores en este campo creen que las guerras por el agua y el clima pueden ser peores y más feroces que las guerras por la energía.
Por otro lado, hay que mencionar la contaminación que afecta a las aguas de los ríos y mares debido a las actividades industriales y a la mala gestión de los residuos que se deriva de ellas.
En cuanto a la flora y la fauna, se han visto muy afectadas por la destrucción de los bosques, la extensión de la urbanización aleatoria y la falta de respeto a la armonía natural en muchos bosques dotados de una composición ecológica sensible.
Además, asistimos a la erosión de los espacios verdes, al agotamiento de las zonas fértiles y de cultivo, al deslizamiento de las tierras y a la desaparición de algunas zonas, ya sea por las excavaciones que se realizan en su entorno o por la tala de árboles que debilita la cohesión del suelo. ¿Son conscientes de que la selva amazónica que hasta ahora ha servido para el equilibrio ecológico del planeta se ha agotado a un ritmo del diez por ciento?
Además, hay que señalar también otro tipo de contaminación, el ruido. Al principio, la contaminación acústica se consideraba contaminación urbana, pero ahora se ha extendido a todas las partes de las sociedades modernas, ya que las máquinas han invadido todos los huecos profundos de muchos países.
A todo lo que hemos mencionado anteriormente se suma un tipo que es el más peligroso e indiscutiblemente mortal: ¡los residuos nucleares! Estos residuos aumentan año tras año debido al consumo de material nuclear y a la necesidad de desviarlo en muchos reactores del mundo, cuyo daño suele recaer en los países del tercer mundo y en los países pobres. Estos residuos pueden permanecer durante generaciones sin ningún efecto, pero nadie sabe cuándo, cómo y en qué circunstancias pueden constituir la muerte de parte de la humanidad. Son bombas de tiempo, y el problema es que muchos vertederos de residuos nucleares permanecen en secreto por razones políticas o por la corrupción de las clases dirigentes de los países que los albergan.
Esta es la magnitud de la calamidad con la que hemos afligido a la Casa de Dios.
Esto es lo que la mano humana ha hecho por la belleza que el Creador nos ha otorgado.
El desafío es grande, tanto para la Iglesia de Cristo como para los demás miembros de la sociedad humana.
Él ha creado para nosotros un mundo cálido, hospitalario y generoso, y nosotros lo hemos transformado en una cueva de corrupción, indiferencia e irresponsabilidad.
El Consejo de Iglesias del Oriente Medio, al inaugurar sus actividades en el ámbito medioambiental en la etapa actual mediante la celebración ecuménica que se ha anunciado en los medios de comunicación y en las redes sociales, así como a través de las diócesis y parroquias repartidas por las distintas regiones del Oriente antioqueno y del Valle del Nilo, confirma que esta labor es el comienzo de un largo camino para salvar, proteger y rehabilitar el medio ambiente.
El Comité de Justicia Medioambiental establecido por la Secretaría General en el Consejo, y al que se le ha encomendado la puesta en marcha de esta tarea que se designa como «El Tiempo de la Creación», desarrollará el marco necesario que coordinará las diversas actividades medioambientales que ha previsto con los distintos departamentos y programas del Consejo.
Por supuesto, afirmamos en este momento el compromiso de los dirigentes del MECC, así como el de los líderes espirituales en general, y su plena conciencia del peligro y de la importancia del medio ambiente como marco trazado por el Señor para el crecimiento y la felicidad de los seres humanos y, en consecuencia, de la necesidad de proteger y apoyar esta tendencia en la que la Iglesia de Cristo será un distinguido actor.