El Consejo de Iglesias del Oriente Medio, de la supervivencia al desarrollo
Este artículo está también disponible en árabe y en inglés.
El texto original fue publicado en MECC el 14 de julio de 2021. Traducción y publicación por Maronitas.org en colaboración con The Middle East Council of Churches.
Dr. Michel E. Abs
Secretary General del Consejo de Iglesias del Oriente Medio
Desde su fundación en los años sesenta con el nombre de Consejo de Iglesias del Oriente Próximo, cuando incluía exclusivamente a las Iglesias Evangélicas, hasta su transformación en Consejo de Iglesias del Oriente Medio, en los años setenta, al incorporarse las Iglesias Ortodoxas, pasando por la incorporación de las Iglesias Católicas en los años noventa, este Consejo sigue sorprendiendo a las instituciones asociadas y a la comunidad en general por su dinamismo y su capacidad de renovarse y adaptarse a su entorno y de prestar los mejores servicios a todas las categorías de la sociedad.
En la última década, el Consejo atravesó una crisis que habría sido fatal de no ser por la firmeza de sus dirigentes, componentes y aliados, que se negaron a rendirse ante los hechos consumados, ofreciendo cada uno de ellos todo el apoyo material, científico y de conocimientos que pudieron hasta que se superó la difícil situación, y la situación del Consejo se estabilizó y quedó a salvo de la desintegración y la disolución.
A esta etapa en la ciencia de las organizaciones la llamamos Etapa de Supervivencia, y son muchas las instituciones que no pueden superarla, y por ello acabaron y fueron arrojadas al olvido.
El Consejo no fracasó en la etapa de la lucha por la supervivencia gracias a la combinación de varios factores, a saber:
1) La conciencia histórica del Consejo, que se remonta no sólo a la fecha de su fundación, sino a la memoria de las Iglesias que lo constituyen, es decir, a cientos, e incluso miles de años. Esta memoria ha proporcionado siempre el impulso psicológico y moral necesario a los que se ocupan del Concilio, así como de su destino ante las dificultades.
2) El espíritu de sacrificio que se manifestó al hacer llegar al Consejo las contribuciones en dinero así como la experiencia profesional de muchos de los que se preocuparon por el destino de una institución tan importante y de tan alto calibre. Los que vivieron la fase de rescate nos cuentan cómo se permitieron sacrificios ante el objetivo que se habían propuesto, a saber, salvar esta institución a toda costa.
3) La sabiduría de los que se encargaron de llevar a cabo esta misión, su conciencia y de su sentido de lo peligroso que era lo que tenían entre manos, y el desastre que podía resultar si fracasaban en esta misión.
4) El sentir de los interesados ante el peligro de no cumplir con las expectativas de la gente en una institución que innovó nuevos métodos de trabajo en el tratamiento de las necesidades de las Iglesias, así como en sus interrelaciones y en sus preocupaciones interconfesionales con personas de otras religiones.
5) El apoyo y la solidaridad con que las instituciones internacionales y locales rodearon al Consejo formaron un marco moral que ayudó a soportar la etapa de crisis.
En conclusión, el Consejo superó la época difícil y volvió a la etapa de crecimiento y posicionamiento retomando el rango que le corresponde en la comunidad local e internacional, proceso que fue acompañado por un aumento de su credibilidad profesional.
Hoy, el Consejo inicia una nueva etapa de ascenso para retomar su posición y su credibilidad como referente en los distintos ámbitos de su trabajo. Además de los programas que se vienen desarrollando desde hace décadas, ha comenzado a retomar áreas que había abandonado; y se ha involucrado en nuevas áreas en las que se considera necesario que intervenga en la etapa actual que atraviesa nuestra región.
Sus nuevos programas incluyen la ayuda, el desarrollo, la rehabilitación profesional, el apoyo escolar, el apoyo institucional y la reconstrucción, además del trabajo con los jóvenes, la capacitación de las mujeres, el desarrollo rural y la protección del medio ambiente. En el ámbito teológico, el Consejo también participa activamente en las relaciones ecuménicas, así como en las relaciones entre cristianos y musulmanes, y ello en aras de alcanzar una sociedad mejor.
Además, un área considerada por el Consejo como de máxima prioridad es la rehabilitación del capital social así como del sistema de valores, lo que lleva a conseguir un impacto positivo en la cultura general de restauración de la dignidad humana. Se han elaborado programas en este campo y están en las últimas fases de cristalización. El cristianismo es un manantial de valores del que todos se nutren.
Aquí es donde estamos hoy, y con estas convicciones avanzamos hacia el futuro con determinación, amor y fe.
Un objetivo claro para el mañana es un sueño con fecha límite.