Recemos juntos
El texto original fue publicado en MECC el 13 enero de 2021. Traducción y publicación por maronitas.org con la autorización expresa y petición de The Middle East Council of Churches.
Dr. Michel E. Abs
Secretario General del Consejo de Iglesias de Oriente Medio
¿Qué es la oración?
La oración es, sobre todo, un dirigirnos solemnemente al Creador del universo, el Dador de la vida que nos sacó de la nada.
La oración es una acción de gracias al Creador por lo que ha concedido a su creación.
La oración es un acto de obediencia al Creador cuando tratamos con su creación enraizados en sus mandamientos.
La oración es un acto de alabanza al Creador por todo lo que puso a disposición de la creación.
La oración es un acto de fidelidad al Autor del universo, que nos proporciona lo esencial para la conservación de la vida.
La oración es el reconocimiento de la ley del Todopoderoso para regular los asuntos del universo y del mundo.
La oración es un acto de esperanza en nuestra existencia humana en aquel que nos creó y nos conserva.
La oración también es para que cada uno de nosotros explore la profundidad de sí mismo y elimine de ella las impurezas que perturban la vida.
La oración es además un reconocimiento de los errores que caracterizan nuestra vida cotidiana y los pecados que plagan nuestras prácticas diarias.
Rezar es también preservar la humanidad de nuestras almas de lo que la enciende en el mal.
Y la oración es una fuente de esperanza.
Una persona puede rezar en solitario.
Y puede suplicarle a su Creador a solas.
Y puede admitir en su reclusión lo que se avergüenza de revelar en la sociedad.
Pero una comunidad de fe necesita hacer todo esto junta.
Si la oración individual es un acto de contemplación y un retorno al yo individual, entonces la oración comunitaria se caracteriza por la fuerza del vínculo entre los miembros del grupo creyente en su contemplación y su retorno al yo.
Cuando la comunidad creyente reza, eleva el nivel de interacción con el Creador y con el universo a niveles superiores.
Cuando una congregación creyente reza, fortalece los lazos del grupo y se arraiga en la sociedad.
Cuando la comunidad creyente reza, hay una vinculación más íntima y se encarna la creencia cristiana.
A lo largo de su difusión mundial, el cristianismo ha adoptado formas culturalmente diferentes de grupos creyentes, y los enfoques de la oración han variado debido a la diversidad de naciones y culturas, pero la fe cristiana sigue siendo una aunque sus manifestaciones diferentes.
Es natural que esta diversidad cultural lleve a lo que algunos pueden pensar que es una discrepancia hasta el punto de sugerir un distanciamiento.
Es natural que cada civilización proponga su manera colectiva de hablar al Creador y de agradecerle sus dones.
Es natural que los enfoques, explicaciones e interpretaciones varíen, y puedan dar lugar a desacuerdos y disputas que llegan a una etapa avanzada.
Por lo tanto, la Semana de Oración por la Unidad, supera las contradicciones, supera las diferencias y recuerda a la comunidad cósmica su unidad en la diversidad y, de hecho, su derecho a la diversidad.
La Semana de Oración por la Unidad se ha convertido en una tradición viva y en desarrollo y ha entrado en el núcleo de la Cultura Ecuménica. Recuerda a los creyentes que deben ser uno en la fe, uno en Cristo.
La Semana de Oración por la Unidad que no podremos vivir y celebrar este año como antes, por las mismas limitaciones que paralizaron el movimiento de toda la humanidad, pero su simbolismo sigue siendo una cultura y un desafío, le dice a los creyentes que se unan en la rectitud, que se amen los unos a otros, que sirvan a los necesitados, que curen las heridas de los afligidos y que consuelen a los abatidos.
La Semana de Oración por la Unidad seguirá siendo un toque de campana para que los creyentes despierten a la superación del egoísmo y abandonen ese egoísmo para pertenecer a la humanidad universal en Dios, a través del cual pueden tener una vida mejor.